Des / Igualdad
- Llaves a la Luz
- 11 abr 2020
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 15 nov 2020
Igualdad a la par, sin flexibilidad. Responsabilidad para asumir deberes y sanciones, como para exigir beneficios y derechos.

En el mundo, continuamente presenciamos polémicas referentes a la igualdad. Esta puede ser de género, social, de raza o cualquier otro tipo de igualdad que se asocie a la humanidad. Es importante saber, que sin importar la línea en que nos enfoquemos, el concepto como tal tiene el mismo significado en la sociedad. El cual hace reseña a nuestra condición de tener una misma naturaleza, por ende, ser tratados equitativamente como personas que poseemos los mismos derechos y deberes. Hasta el momento todo parece normal, pero las complicaciones comienzan a darse cuando se empieza a desear una igualdad con desigualdad. Evidentemente suena contraproducente, pero es lo que sucede en la comunidad, debido a que tendemos a exigir, a hablar de igualdad sólo en las cosas que nos convienen, o en las que sentimos que estamos en desventaja, pero no, en las que debemos asumir consecuencias desfavorables. En estos casos, sin el mayor esfuerzo, terminamos por aceptar indirectamente cierto grado de desigualdad sin hacer ningún tipo de resistencia. Olvidando, en muchos casos de forma consciente, que la igualdad se debe aplicar tanto para nuestros deberes y derechos, como para nuestros beneficios y sanciones.
Lamentablemente estamos en un contexto conveniente en el que queremos aceptar tanto la igualdad como la desigualdad siempre que nos beneficiemos de alguna forma. No queremos salir de nuestra zona de confort. Deseamos nuestra satisfacción, aún a costa de nuestra ética, principios o valores que vanagloriamos. Cuando actuamos de esta manera aportamos nuestro grano de arena a la discordia, producto de la desigualdad entre las personas. Pretendiendo justificar nuestras faltas contra la igualdad, sustentándonos en las faltas que hacen los demás contra esta, o asumiendo una actitud de doble moral que promueve la desigualdad. Situaciones como estas generan un círculo vicioso del que es complicado salir, si tenemos un concepto de igualdad flexible para amoldar a beneficio de nuestro entorno personal, familiar, laboral, etc.
Debemos tener claridad con el concepto de igualdad, aplicándolo lo más objetivamente posible en cualquier situación en la que estemos o no estemos implicados.
Si hablamos de una persona maltratadora, es claro que debe ser un acto inaceptable, sancionado en cualquier lugar del mundo, no importa si lo hace un hombre o una mujer, un heterosexual o un homosexual, un rico o un pobre, un norteamericano o un latino, un negro o un blanco. El maltrato es un comportamiento que no se debe permitir, se debe despreciar por igual sin importar quien sea la víctima y/o el victimario. Porque, "Una conducta debe ser aceptable o no aceptable, por la conducta como tal, no por quien la ejecute"

Las personas racistas, clasistas, partidistas, sexistas y demás posiciones radicales, son igualmente ignorantes en el tema, porque son psicorrígidas, no viendo más que su “verdad”, careciendo del más mínimo sentido de objetividad e igualdad. Muchos grupos sociales que se fundamentan sobre la igualdad, terminan por convertirse en victimarios de su propio fundamento (igualdad), puesto que su resentimiento los convierte en extremistas que promueven indirectamente la desigualdad. Presionando, exigiendo que sus beneficios y derechos se prioricen por encima de los beneficios y derechos de los demás, evadiendo sus deberes, sus responsabilidades, tildándose de víctimas en la sociedad.
Si queremos un mundo en igualdad, empecemos por nosotros mismos. Respetando a los demás como a nosotros mismos, tratando a los demás como queremos que nos traten a nosotros. Respetar a los demás, no significa sometimiento o aceptación, pero si comprensión de la otra posición, en función de buscar un mutuo acuerdo que beneficie a las personas o comunidades implicadas.
Es importante tener presente que la igualdad va de la mano con la libertad. Por esto debemos aprender a discernir entre lo que es nuestra libertad y cuando ésta, sobrepasa sus límites convirtiéndose en libertinaje. Para tener un adecuado manejo de la igualdad, debemos tener un adecuado manejo de nuestra libertad, sabiendo que ésta termina donde empieza la libertad de los demás.
Llenémonos de valor para aceptar la igualdad en todo su esplendor, así ésta no nos beneficie en determinada situación. De esta manera empezaremos a ver la igualdad humana como algo real y no sólo como un simple cliché o concepto manipulable, que se puede pasar por alto con cualquier justificación. Sólo así, podremos hacer respetar, empoderar a la igualdad, aplicándola en la sociedad, como recurso para alcanzar la armonía en un mundo de diversidad, en el que la mejor opción es recordar, que todos tenemos una misma esencia que siempre nos unirá, que es la esencia de nuestra preciada humanidad.
Llaves a la Luz
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